lunes, 3 de septiembre de 2007

No me acostumbro…


Digamos que soy un tanto susceptible a ciertas reacciones y comentarios de la gente. De pronto la edad me ha hecho percibir más rápido estas situaciones, más aún si trabajo en una empresa donde la mayoría es religiosa, de corte “Católico”, moralistas ultra non plus… Ante todo, soy atea gracias a Dios. Creo en él, pero no comparto la religión a la que le pretenden sumergir sus teorías y convicciones. Todos hablan por él, pero nadie lo ha oído pronunciar palabra alguna. No juzgo que lo escuchen en sus conciencias o cuando necesitan regocijarse en un ente que les de la mano en los momentos terroríficos, pero no soporto que juzguen en nombre de él. Eso es censurado por mí.
Cuando me empleé en este lugar, pensé que por ser religiosos iba a gozar de un ambiente lleno de paz y tranquilidad…pero me equivoqué. Vivo en una guerra fría porque mis convicciones no coinciden con las de ellos. A las doce del día rezan el Angelous y mientras frasean “El Angel del Señor anunció a María…” elevan la voz a ver si mi conciencia me castigará por no unírmeles a tan bello rito.
Sobre la ropa. Todos los días llego a la oficina vestida del ánimo con el que me levante. A veces llego en mini falda, otras me pongo a la moda de los vestidos sobre el jean, en otras ocasiones me pongo vestidos largos o pequeños y en otras tantas voy en jean con una blusa coqueta…. Sea cual sea mi forma de vestirme, cada día escucho uno o más comentarios sobre si “estoy disfrazada”, si “me maquillo como arco iris”, etc… y ya se imaginarán.
Finalmente, en una ocasión una de las personas que laboran aquí me dio a entender que le agradaba saber que una persona como yo “se supere” vistiéndose elegante para las entrevistas… Nunca supe si lo dijo en son de burla o si fue cierta su forma de referirse a mí en tono de “pobre cholita, ya era hora de que se vista bien”…
Sobre profesar otra religión. Uno de mis compañeros de trabajo es el encargado de hacer las diligencias y trámites de la empresa. En pocas palabras es como el conserje o el mandadero. El chico es evangélico. En ocasiones se queda en la entrada de la oficina y predica al chofer de una de las señoras de la oficina. Una de estas (esposa del dueño), le lanza comentarios despectivos contra sus actos, como si estuviera cometiendo un crimen. Entonces, ambos nos vamos a la cocina de la oficina a la hora del “santo” rezo.
Sobre atentar contra la salud. La secretaria de esta misma señora tiene un problema en el pulmón. Pero como esta señora cuida la estética de la oficina, la ha puesto frente al aire condicionado, porque así el puesto de la secretaria, el cual ya parece macetero, queda perfecto en ese lugar según ella. Entonces la secretaria casi se muere en una ocasión gracias a un fuerte gripe que le desencadenó otras problemáticas de salud.

Del día en que llegué con las mejores intenciones de hacer reír al resto, como es característico en mí, y de aquel momento en que pensé que tendría respeto por parte de los otros, al día de hoy con todo lo expuesto, hay un abismo de pretensiones… Mi madre dice que en todas partes sucede lo mismo, pero no me acostumbro, esta discriminación está matando mi espíritu…

1 comentario:

crio dijo...

mientras no cambiemos nuestra forma de pensar, todo sera una utopia..