sábado, 30 de diciembre de 2006

Deseos para Guayaquil en el 2007

En mi ausencia dejé de alimentarme de la convivencia que tengo con mi Guayaquil.
Y no necesariamente porque me fui a otro país, sino más bien porque me sumergí en unos libros para dar vida a otro.
Mientras viajé al pasado de los próceres de la historia de esta ciudad, caminé invisible por ella sin ver ni observar a mi gente. Pertenecí a otra dimensión que me apartó completamente de su contorno que empezó a convulcionarse por la grata Navidad que llegó otra vez.
No abrí ni siquiera la puerta de los periódicos, ni tampoco toqué las ventanas de los canales de televisión. Huí al significado de la Navidad para no sentir esa mentira comercial y tan desatinada situación que da connotaciones sentimentales a la gente y que sencillamente la cambia.
Es así que cuando aterricé de cabeza a sus calles la tarde del 24 para comprar los regalos, a última hora- típica costumbre guayaquileña- tuve que enfrentar el mal genio obstinado de una señora que estaba en el comisariato.
La veterana del alma, se quejaba porque no había quien le envuelva sus compras, y decidió envolverlos ella misma. Mientras lo hacía, difanaba sobre los dueños del Comisariato y mientras maldecía, insultaba a la vendedora que a un lado yacía envoilviendo otros obsequios para otro cliente.
En fin, me dije a mí misma. ¿Por qué esta mujer está tan histérica?, Si en realidad la Navidad para ella es un asunto de cumplir con la fecha por la entrega de regalos, no se supone que se trata de un momento grato con los seres humanos. No se supone que la gente se vuelve vulnerable por su conciencia. Todo lo supongo, pero del dicho al hecho hay mucho trecho, dice mi mamá.
Los días han pasado y me encuentro en ese 30 del mes de diciembre, con un Guayaquil desolado. No hay embotellamiento, ni aglomeración ni locura en las calles. La gente invisible prende camaretas y la bulla de estos elementos da a entender que hay un grupo de ciudadanos que quieren incendiar el año y todo lo que no dio, imagino yo.
Mientras yo escribo, extraño a mi extraña del Puerto....Quien ahora se encuentra frente al mar, con una cerveza viendo el mar y pidiéndole que le devuelva la paz perdida. Mientras, yo escribo en la base norte, a lado de ese hermoso río Guayas que me tranquiliza el alma... Para mí no ha sido un mal año, ha sido un fructífero año... uno lleno de nuevas actitudes, de buenas energías, emociones, aventuras mentales, de esparcimiento y de conocimientos.
No quiero quemar el año...Solo quiero abrazar a mi Guayaquil y desearle que su gente cambie...que su gente lo valore y lo vuelva mejor el próximo 2007.