miércoles, 12 de septiembre de 2007

Cuando el problema no es de dinero...


Hoy recorrí una cuarta parte de la ciudad en bus. Luego de una noticia patética sobre "no pagos de sueldo", debí hacer un alto a mi vida holgada de tomar taxi cuantas veces se me antojaba y decidí ahorrar los centavos para estirar lo poco que tendré durante 3 semanas.
Antes de decidir esta situación, generalmente tomo un taxi en la esquina de mi casa, donde se instala una sociedad conformada por 7 conductores, quienes se turnan para llevarme temprano, todos los días a mi trabajo por $ 1.50. Cuatro de ellos son mis fieles admiradores, quienes me miman en cada conversación durante el reccorrido.
Hoy al salir de casa, parecían los vendedores de la Bahía "oiga, acá...acá, venga que la llevo..", entonces les hice de la mano despidiéndome por algún tiempo de ese confort que me ha embriagado por las mañanas.
Al tomar el bus recordé los tiempos en que el poco salario que percibía me asfixiaba. Justo en invierno me había tocado vender espacios publicitarios de mi propio periódico que compartía en sociedad con una colega. En fin, aunque ambas pasamos aquella infeliz época limitada, duro fue trepar bus y ahogarse por el sol, fastidiarse con la poca caballerosidad de los buseteros, los sustos de los "cara cortada" que suben a diario a pedir que les compren cualquier producto. En fin, un despliegue de sistuaciones que se van hilando conforme el bus recorre Guayaquil, es lo que vas observando a tu paso.
Aunque esta vez fue diferente, el bus no estaba lleno, el contraste de observar a la Victor Emilio un chance aniñada por sus locales y restaurantes desde adentro, donde la cultura del busetero se impone con los letreros graciosos, o el vendedor sosteniendo una caja de zapatero para las "ayoritas, es un tanto contradictorio.
Justo un par de señores se encontraron y conversaron esos diez minutos que demoró el paseo hasta llegar al sector donde queda mi oficina.
Al escuchar sus palabras, no quepa duda de que muchas personas viven sus vidas dependiendo del sueldo, y echándole la culpa a lo poco que perciben respecto a sus problemas en el hogar: peleas en pareja, infidelidad, hijos enfermos, abuso laboral, etc... Por qué nadie reconoce que el problema es de actitud.
El dinero no hace a la gente. Es verdad que molesta estar limitado, pero solo cuando se tiene hambre, o se está enfermo y no hay ni para la pastilla....pero para otras cosas, en realidad, el dinero no es necesario.
En el caso de los problemas de pareja son eso, conflictos de interrelación por no respetar o aceptar al de alado como es o se quiere llevar la vida.
En el caso de las limitantes económicas, pues hay que ser honestos: antes de que nos paguen ya tenemos la plata gastada....ni siquiera la vemos.
Si la gente administrara mejor, osea, del sueldo percbido tratara de tener unos fondos para emergencias, entonces todo alcanzaría....pero ni bien nos suben el sueldo, ya esa percepción de más que almacenaremos en la cuenta, siempre se consume.
Y si hablamos de abuso laboral, todos lo hemos vivido. El asunto es comprender el por qué muchos prefieren quedarse con el trabajo, mientras los reprimen a insultos, abusan de sus labores y beneficios.
En fin, la vida tiene sus conflictos, pero hay que saber llevarlo.
Todo tiene su lado amable, como decía el Chavo. La vida tiene sus pro y contra, siempre y cuando uno nunca cambie la esencia que lo hace diferente del resto....original y único. Pero hay que vivirlo para decirlo y sobre todo, sentirlo.