jueves, 1 de noviembre de 2007

Embrujos de octubre


Guayaquil está más embrujada que nunca. El clima frío y de un verano loco que permite al sol sacar un ojito para calentar por minutos a la gente, es un disparate que a todos tiene atontados.
Menos mal que un alma apasionada me ha acurrucado en su lecho durante estos días. Despertar con él, ha sido despertar a un Guayaquil diferente. Estará en mi mente?...en mi espíritu inquieto y ávido de ilusión?...creo predecirlo. Pero, lo cierto es que las mañanas son frías y la cálida conquista que me acaricia cuarto para las siete, es una jalea que se riega caliente por mi alma.
Mientras él se ausenta por minutos a preparar su desayuno, una cortina se abre lentamente para enseñarme un cielo nublado de octubre, pero no por la humedad que siempre lo caracterizó, sino por la caída de temperatura a 20 grados.
Es extraño. Octubre ha reaccionado bipolar. Si me pongo a crear metáforas diría que los estados del día tienen un aspecto animal: mañanas de pingüino, tardes de camello, atardeceres de cebra, con el blanco y negro de una brisa helada, bajo el efímero coqueteo de un sol gallina que calienta a sus huevos, y finalmente una noche que cae como oso polar, con cubos de hielo que cubren los pies enchancletados de los tropicales que paseamos por esta urbe, consumados por un fúnebre estado de ánimo.
Si esa dulce alma no me cubriera con su aura, estuviera en la habitación del limbo nuevamente. Pero, ¿para qué traer esa idea descabellada a este nuevo episodio en mi vida?....Los embrujos de octubre hilvanan el olor de una pasión que me está perfumando. Ojalá no se esfume como incienso y que el frío de este bipolar octubre siga tan intenso como para que el pedacito de cielo que ha caído en mis brazos, sea ese sol de invierno tropical que cubra toda sombra de mi piel.

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